lunes, 5 de septiembre de 2011

Padre José Kentenich (parte IV)

Antes de llegar a Milwaukee, el Padre aprovechó de volver a visitar Chile durante su paso por América Latina, donde se reúne con los nacientes grupos de la Juventud Masculina, de cuyos miembros muchos se convertirían posteriormente en sacerdotes de Schönstatt.

Los primeros años en Milwaukee los dedicó en gran parte a escribir, sobre todo tipo de materias: pedagogía, familia, filosofía, historia, educación, psicología, teología, autoridad, etc. Todo lo que produjo durante sus años de exilio, incluyendo la abundantísima correspondencia epistolar desde y hacia Milwaukee, está aún en proceso de clasificación y traducción.


De a poco las familias alemanas católicas que vivían en Milwaukee y sus alrededores comenzaron a acercarse al Padre Kentenich para escuchar sus consejos y ayuda espiritual. La familia Schimmel, una de las primeras que tomaron su guía espiritual, tuvo una experiencia tan enriquecedora que pronto invitó a otros matrimonios; para 1956 ya eran 14 los que se reunían en lo que el Padre Fundador llamaba “Los Lunes por la noche”. El grupo seguiría creciendo hasta 1964 en reuniones que significaron para cientos de matrimonios y para el propio Padre Kentenich una instancia de reflexión y vinculación extraordinarios. Esto dio origen a una publicación que ya va en 25 tomos.


El 22 de Octubre de 1965 el Papa Pablo VI libera al Padre José Kentenich de todas las prohibiciones, sin embargo aún no puede volver a Alemania. Hasta el día de hoy no está claro por qué el Santo Oficio tomé las decisiones de esta forma. Finalmente se produjo lo que la Familia llama el “Milagro de Nochebuena”: el 23 de diciembre de 1965, a los 80 años de edad, se notifica al Padre que puede volver a Alemania, lo que le permite celebrar al día siguiente la Misa de Nochebuena en Schönstatt, en el Santuario original.

Durante los 3 años siguientes la Familia disfrutó de una renovación e incluso una importante refundación. Además el Padre dedicó mucho tiempo a las Hermanas Marianas, que en aquella época sumaban aproximadamente 2.000 en Alemania, con quienes se reunió una por una. Su vida era intensa: predicaba en retiros, preparaba Capítulos Generales para cada Instituto, siguió inaugurando capillas y colegios, e incluso el 20 de mayo de 1966 puso la primera piedra de la Iglesia de la Adoración en el Monte Schönstatt. Gente de todo el mundo “peregrinaba” a la Casa de Formación de Schönstatt para verlo.

También cultivó los lazos hacia el exterior del Movimiento, se comunicó con los obispos alemanes para agradecerles por ocuparse de la Obra en su ausencia y para poner una vez más a Schönstatt a disposición de la Iglesia: “la Obra de Schönstatt no ahorrará energías para ayudar a realizar las grandes tareas de la Iglesia de nuestro tiempo”.

A los 82 años pudo presenciar la consagración de la Iglesia de la Adoración por el Obispo de Tréveris el 9 de junio de 1968, en la que veía un símbolo: era una iglesia que había nacido como fruto de una entrega total y sin reservas a la voluntad y al amor de Dios. Se había construido con un espíritu de Adoración. El domingo 15 de septiembre de ese año, fiesta de los Siete Dolores de la Virgen María, celebró la Eucaristía a las 6:15 de la mañana por primera vez en aquel templo, ayudado por 2 sacerdotes a quienes, una vez que terminó la ceremonia a las 7, invitó para más tarde a almorzar. Luego se apoyó en la mesa de los ornamentos en la sacristía y se quedó en silencio; lentamente se fue desplomando. Lo pusieron en el piso y él puso su mano sobre el corazón. Enseguida murió.

La sacristía de la iglesia fue transformada con el tiempo en la Capilla del Fundador, donde se encuentra su tumba. Su epitafio, escogido por él, refleja su misión de vida: “Dilexit Ecclesiam” (amó a la Iglesia); el 10 de febrero de 1975 se inició en Tréveris el proceso para su beatificación.

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